Para que el agua de la piscina esté en condiciones óptimas, sus propiedades físicas y químicas deben permanecer constantes. Éste es el objetivo de los sistemas de desinfección y tratamiento del agua. Entre los más sostenibles y saludables, destacan dos: la electrólisis salina y la neolysis.
La electrólisis salina consiste en utilizar la sal común como producto desinfectante de la piscina. Se trata de un sistema de tratamiento del agua muy sencillo, con el que se evita el uso y manipulación de productos químicos e inflamables. Además, puesto que para el tratamiento solo se necesita aplicar sal común, estabilizante (una sola vez) y reductor de pH, se obtiene un ahorro del 90% en productos químicos.
El primer paso de la electrólisis es aplicar 4 gramos de sal por cada litro de agua que haya en la piscina. A nivel orientativo, esta proporción de sal es nueve veces inferior a la que encontramos en el agua de mar. Cuando la sal se ha disuelto, mediante un electrodo se aplica una corriente eléctrica que la convierte en cloro. El consumo de electricidad de este proceso es similar al de una bombilla.
Una vez el cloro ha eliminado todos los microorganismos del agua, se vuelve a convertir en sal. De este modo, la concentración de sal en el agua permanece prácticamente constante. Tan solo es necesario efectuar pequeñas reposiciones a causa de las pérdidas que se producen tras los lavados del filtro.
Por su parte, la neolysis combina, en un único reactor, la producción de cloro a través de sal con otro interesante sistema de desinfección: la radiación por ultravioletas. El tratamiento ultravioleta se basa en la utilización de unas lámparas de rayos UV que cambian el ADN de los microorganismos existentes en el agua e inhiben la replicación celular.
Al sumar la acción esterilizadora de ambas soluciones, la neolysis reduce muchísimo la concentración de cloraminas (que se generan cuando el cloro entra en contacto con compuestos orgánicos como el sudor o determinados cosméticos) y solo requiere la aplicación de 2 gramos de sal por litro de agua. Esta baja salinidad hace que el agua de la piscina sea apta para el riego, lo que incrementa la sostenibilidad de la instalación.
Tanto la electrólisis como la neolysis desinfectan el agua de forma eficaz y evitan las molestias que acostumbra a generar el cloro: olores fuertes, mal sabor del agua, irritaciones en ojos y mucosas, y sequedad de la piel y el cabello. Asimismo, el agua limpia y saludable aporta una mayor sensación de relax y bienestar, haciendo de cada baño una experiencia inolvidable.
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